miércoles, 29 de diciembre de 2010

Desalmados

Hoy he leído una carta que escribe un médico quejándose de determinadas medidas que hemos tomado para favorecer la prescripción por principio activo, medidas que he contado aquí y que no merece la pena repasar a estas alturas, pues los cuatro que habéis leído esto más o menos sabéis lo que es.
El caso es que entre diversas lindezas de la carta hay una frase (hay varias, pero ésta tiene su miga) que me ha sorprendido especialmente en la que califica a las compañías farmacéuticas y a los gestores (entre los cuales creo que me toca estar) de desalmados. Reconozco que es un puntazo, porque en mi vida me han llamado muchas cosas, tanto en lo personal como en lo profesional (como a todos, a ver si vais a pensar que yo soy peor que la media), pero desalmado no me lo habían dicho nunca.
Y puestos a investigar he buscado en el diccionario de la RAE y las tres definiciones que da son las siguientes:
1 Falto de conciencia, 2 cruel, inhumano, 3 privado o falto de espíritu. (creo que la 3 la eliminamos porque se refiere a temas trascendentales y no es el caso).
La cuestión es que no sé si no tenemos conciencia o somos crueles e inhumanos (a saber qué es peor). Lo curioso es que las medidas que hemos tomado en el Servicio Extremeño de Salud se deben precisamente a que nuestra conciencia (que a lo mejor resulta que sí tenemos) nos dice que el dinero de todos los extremeños debe emplearse de la manera más eficiente posible y que si dos medicamentos son bioequivalentes (y por lo tanto su eficacia clínica esperable es la misma) deberíamos favorecer que se prescriba el de menor coste, porque lo pagamos todos. Por lo tanto, respeto las demás opiniones, pero en mi opinión sí que tenemos conciencia (y la mía particularmente está bastante tranquila). Es más, me parece que más intranquila la deberían tener los que defienden intereses particulares que los que defendemos los recursos de todos. Y digo "defendemos", aunque no siempre se consigan los objetivos y mucho menos llueva a gusto de cada uno.
Y la otra parte es la de cruel e inhumano, que acojona un poco (suena mal, pero es que es así). Cuando pienso en alguien cruel o inhumano se me ocurre que sería alguien que estuviera pensando en machacar a los pacientes y haciéndoles sufrir innecesariamente;  sinceramente, no me lo imagino... los gestores lo harán (o lo haremos) mejor o peor, acertaremos o nos equivocaremos, pero siempre pensando en el paciente y sabiendo que los recursos son limitados y hay un concepto que se llama "coste-oportunidad" del que hablaremos en otra ocasión si se tercia.

Hoy os recomiendo un libro que leí hace tiempo y que es diferente, no sé si influyó que estaba muy lejos de mi gente y de mi tierra o que realmente te toca la fibra.

domingo, 12 de diciembre de 2010

A vueltas con la prescripción por principio activo

Actualmente es lógico hablar de la “situación especial” en la que nos encontramos, cualquiera que haya leído un poco la prensa últimamente sabe que han intervenido a Irlanda, que Portugal está llamando a las puertas de una intervención y que España está paseando por esa calle sin que nadie tenga claro si terminará entrando por esa puerta o conseguirá pasar de largo. Pero todo eso es macroeconomía, cosas que nos afectan o nos afectarán, pero sobre las que no podemos hacer mucho, ya que las decisiones no son nuestras. Lo que sí preocupa es el día a día, la bajada de sueldo que hemos tenido, la incertidumbre respecto al mantenimiento de la sanidad tal y como la conocemos, las dudas sobre si será posible mantener una cartera de servicios como la actual o habrá que recortar prestaciones… Eso es lo que respiramos día a día, lo que nos pilla cerca.
Los responsables de la gestión, tampoco podemos quedarnos tranquilamente observando lo que pasa, tenemos que aplicar medidas a todos los niveles para facilitar a todos los actores de la película sanitaria la posibilidad de hacer un uso más eficiente de los recursos del sistema. Negociamos acuerdos con laboratorios para mejorar los precios en hospitales,  ponemos herramientas en el módulo de prescripción para facilitar la prescripción por principio activo, para evitar errores en las posologías, recalcular la fecha de dispensación en función del momento en el que el paciente retira el medicamento de la farmacia. 
Ahora hemos intentado dar un paso más allá, porque sinceramente pensamos que el sistema no puede pagar el doble por un medicamento que es exactamente igual que otro, es inviable en la situación en la que nos encontramos. Hay determinados medicamentos que por su posición de dominancia en el mercado tienen una situación de privilegio y son los más prescritos, pese a que con la pérdida de patente han aparecido nuevos genéricos con un precio que es menos de la mitad que el de la marca. No seré yo el que dé lecciones de mercado a nadie pero en mi humilde opinión, si los dueños de la marca de referencia hubiesen bajado los precios, se habrían hecho con todo el mercado y estoy seguro de que seguirían ganando mucho… aunque ya digo, que no se me ocurriría dar lecciones en eso. No obstante, lo que sí tengo claro es que no podemos soportar ese gasto, no podemos gastar varios cientos de miles de euros extras cada mes para que un paciente tenga una marca en lugar de otra, cuando se trata de medicamentos bioequivalentes, con los mismos efectos, ventajas e inconvenientes. 
Algunos hablarán de posibles errores en las dispensaciones, que lían al paciente, que favorece a las farmacias (lo cual no es cierto), que es mejor la marca que el genérico (recomiendo que visiten esta página y que no sean tan osados cuando dicen alegremente algunas barbaridades), pero lo cierto es que sería muy difícil explicar a un ciudadano al que han bajado el sueldo, que se ha quedado en paro, al que le suben la gasolina cada semana, que se ve apurado para llegar a fin de mes... que con el dinero público entre varios medicamentos iguales compramos el más caro.
Y para terminar un libro que me impresionó, se lee rápido, es tierno, entretenido y da una visión especial de situaciones difíciles. A algunos les recordará otro libro muy famoso del que han hecho película, pero a mí éste me gustó incluso más.

viernes, 3 de diciembre de 2010

Todos ganan

Reconozco que me gusta escuchar a los políticos el día después de las elecciones, porque casi todos han ganado y siempre hay una excusa para justificar un resultado "no tan bueno" como el esperado... pero incluso entre los políticos se producen dimisiones. Ahora bien, lo que resulta siempre estupendo es ver los resultados del Estudio General de Medios, porque aquí sí que es verdad que todos (absolutamente todos) ganan; esta vez tenía curiosidad por ver qué pasaba con los deportes de la SER y la COPE tras el trasvase de gente de una emisora a otra, y como era de esperar ganaron tanto uno como otro. Me los imagino al rato de la publicación de los datos revisando números y pensando si dicen: "somos los que menos bajamos", "somos los más escuchados", "somos los que más subimos", "somos los que en esta franja han mejorado"... que tiene su mérito, porque si sólo lees lo que dice uno te quedas pensando que los demás están de pena.
Y los cuatro que leáis esto diréis: ¿pero este tío no debería escribir algo de farmacia?, y es muy cierto, pero es que cuando veía eso del EGM y pensaba en los resultados de unas elecciones y de otras y de otras... me venía a la cabeza alguna presentación de nuevos medicamentos, en los que todo está calculado y también se cocina la información: "el mío tiene menos dosificación", "el mío tiene menos efectos secundarios", "el mío es más coste-efectivo", "el mío tiene un comienzo de acción más rápido", "el mío está recomendado en la Guía de Osetia del Norte", "el mío lo recomiendan los de Osetia del Sur", etc. Y luego, cuando estoy por ahí fuera del trabajo y lo recuerdo, me da por pensar que lo que importa es cuál de ellos mejora más la salud del paciente y si son iguales cuál es más eficiente para el sistema... todo lo demás es cocinar datos, números, cuentas, indicadores secundarios y cualquier cosa que sirva para decir que "nosotros hemos ganado".
 Afortunadamente no siempre es así, pero pasa más veces de las que debiera.



Para terminar os recomendaría un libro, pero más que el libro recomiendo al autor, Christian Jacq, que escribe novelas sobre Egipto que hacen que te sumerjas en el mundo de los faraones. Éste fue el primero de un montón de libros que he leído de él.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Promocionando medicamentos

Hoy he estado viendo los datos de consumo de un nuevo principio activo que según toda la información que tengo no es mejor que lo que ya había, que en teoría se utilizaría como segunda línea de tratamiento y que iría dirigido a un grupo específico de pacientes... suena bien, ¿no?.
Seguro que muchos saben de lo que hablo, pero no por ello puedo evitar volver a decirlo porque pasa una y otra vez. Me refiero al doble (o triple) mensaje que recibimos durante la promoción de los medicamentos, que no por sabido y sufrido deja de ser incómodo y bastante traicionero.
En la parte que me toca (gestión farmacéutica) cuando hay un nuevo fármaco en el mercado hay dos o tres frases que siempre están en la presentación del mismo y que muchas veces parecen (o quizás son) sinceras, pero ya hasta de eso dudas algunas veces. ¿Alguien sabe cuáles son esas frases?, seguro que mis compañeros en las gerencias de área las han escuchado alguna vez: "Este medicamento no va a suponer un incremento del gasto" y "nosotros le decimos al médico que sólo lo utilice en el grupo específico de pacientes al que va dirigido"... y para rizar el rizo esta otra perla "por supuesto que sabemos que no es de primera línea, sólo hay que utilizarlo cuando el paciente no responde al tratamiento habitual".
Pero resulta que uno, por suerte, tiene amigos en las consultas. Médicos que están en la trinchera día a día, viendo pacientes, recibiendo información de nuevos medicamentos, leyendo artículos científicos cuando tienen tiempo, en fin, lo que es el trabajo diario de un médico en un centro de salud. Y cuando a ellos les cuentan esto las frases no son las mismas, ni se parecen. Hay mucho de "con esto baja más el colesterol", "hay una publicación en el Lancet", "la Agencia lo ha autorizado", "tus compañeros ya lo usan y va muy bien", "el especialista fulanito es un gran defensor de este producto", "mira estos gráficos para que veas lo bueno que es", "yo tengo claro que es lo mejor, tú sabes que si no lo fuera no te lo diría"... y algunas otras cosas que me da reparo escribir, como comparaciones con placebo, resultados en grupos seleccionados de pacientes, referencias bibliográficas difusas y cosillas así.
Sería gracioso que alguna vez los mensajes se cruzasen, que al médico que prescribe le dijesen que sólo lo utilice cuando no funciona el tratamiento habitual, que sólo lo cambie si lo anterior no funciona, que no se lo puede prescribir a cualquiera, que los números que aparecen en ese ensayo tan bonito son de pacientes que no se parecen mucho a los suyos...
Creo que es poco probable que eso pase, aunque seguro que alguna vez sí que ha sucedido, no lo podemos negar. Pero lo cierto es que la mayoría de las veces no pasa, que todo el mundo tiene presiones y hay una guerra abierta por colocar productos nuevos que desplacen al anterior o la nueva modalidad para no atacar al vecino, que lo complementen, así entre bomberos no se pisan la manguera.
Y justo cuando iba a publicar esto (que escribí ayer) me manda una compañera este enlace, que no tiene desperdicio.

Y para ahogar la sensación amarga podríamos brindar con un libro estupendo que me regalaron hace bastante tiempo acompañado de una de las dedicatorias más chulas que he leído. Es un libro que merece la pena leer, especialmente a los que os guste el buen vino. (Aunque de Noah Gordon es a mi modo de ver imprescinble leer "El médico", fantástico).

miércoles, 27 de octubre de 2010

Significaciones y demás palabrejas

Menos mal que esto lo lee poca gente, porque hay que ver lo abandonado que lo tengo y la envidia sana que me dan los que pueden escribir uno o dos post a la semana, que además son más interesantes que lo que yo escribo y están más trabajaditos.
El caso es que es no es fácil encontrar tiempo, por una parte el trabajo y por otra las mil cosas a las que uno se apunta continuamente, aunque es cierto que cuando estoy en algún curso, alguna reunión, leyendo algo... a veces se me viene una idea a la cabeza y pienso: "voy a escribir sobre esto", pero no hay manera, luego la cruda realidad me atrapa, me meto en otros jaleos y no lo hago.
Pero por si alguien lo lee, hoy quería comentar algo que el otro día salió a colación en un curso sobre Intervenciones Sanitarias y que se refería a la significación clínica. Me gustó recordarlo, es algo que todos sabemos (aunque no lo tengamos presente) y por eso es bueno que lo recordemos alguna vez.
Cuántas veces viene alguien y nos cuenta que un medicamento (nuevo en el mercado, por supuesto) consigue un aumento de esto, una disminución de lo otro, una reducción de aquello... y te aturullan con tantos buenos datos, buenas palabras, gráficos en los que todas las comparaciones son maravillosas, dípticos en los que los pacientes aparecen sonriendo y un largo etcétera de dibujos, fotos y demás adornos.
Lo malo es que se nos olvida preguntar lo obvio: "¿Esto tiene alguna significación clínica?", "¿todos estos datos, gráficos, números y demás parafernalia realmente suponen una mejoría clínica para el paciente?". Porque simplificando un poco las cosas, lo que preocupa es evitar una fractura de cadera más que aumentar un poquito la densidad mineral ósea, preocupa evitar un infarto más que bajar un poco el nivel de colesterol; en resumen, que sería de agradecer que cuando vemos esa significación estadística tan bonita y tan numérica también pudiésemos ver al lado un dato que diga si de verdad los problemas de salud del paciente disminuyen o sigue igual.
Me encantaría que cuando aparece un medicamento nuevo puedan decir algo así como: "disminuye el número de fracturas de cadera en un 10%", y que ese valor fuese absoluto (no relativo), que luego en letra pequeña no pusiera "en un grupo seleccionado de pacientes", que no fuese un dato obtenido de pacientes que no son los destinatarios reales del tratamiento... quizás sea mucho pedir, pero sería bonito eh?.
No nos vale eso de "se murió, pero eso sí, se murió estando muy sano"
 Y para terminar un libro que me ha gustado, supongo que influenciado por mi reciente viaje a Budapest, "Journey to a Revolution", de Michael Korda.

Por cierto, no puedo dejar de recomendar que leáis este post del blog de Vicente Baos, creo que es claro, concreto, explícito y no le falta razón.

martes, 12 de octubre de 2010

¿Valoramos lo que tenemos?

En este año está la cosa complicada (yo le pondría otro adjetivo, pero no queda muy elegante), creo que a mí me tocó vivir otra crisis, pero me pillaría en la época en la que mis preocupaciones eran que me pusieran en el equipo de fútbol (cosa harto difícil porque era más malo que un dolor) o salir por ahí con mis amigos.
El caso es que estamos pasando momentos duros, pero la máquina no para, la sanidad sigue adelante (con fallos, con mermas, con problemas...) pero sigue adelante. Estoy seguro de que más de alguno ha pensado muchas veces en tirar la toalla, pero ahí siguen escuchando protestas, críticas, peticiones de todo tipo y presiones que no cesan.
Y creo que es una pena que no valoramos lo que tenemos, la sanidad y los servicios que el sistema pone a nuestra disposición, que por el hecho de ser gratis no se les da importancia. Sirva un ejemplo para demostrar el poco valor que se le da a la sanidad: Hace años (bastantes) yo trabajaba en una oficina de farmacia y fue una de las veces en las que se aprobó el "medicamentazo" que quitaba la financiación a un grupo de medicamentos, con lo cual el paciente tenía que pagarlos. Pues bien, llegó un señor a la farmacia con 6 ó 7 recetas y uno de los medicamentos prescritos ya no estaba financiado. La respuesta de ese señor fue: "entonces no me lo des, que no me hace falta". Es decir, si el medicamento es gratis sí que lo necesito, pero si tengo que pagar algo por él resulta que ya no me hace falta. Y aquí no entran argumentos de que tuviese problemas económicos ni nada por el estilo, era un cuestión de que "sus medicamentos tenían que ser gratis y así se llevaba todos, aunque no los necesitara". He estado en zonas de un país en el que la gente pagaba cada comprimido que se llevaba, porque no había muchos y no se podía desperdiciar, ese pequeño pago servía para poder comprar más y dárselo al siguiente que lo necesitara en la comunidad; y os aseguro que allí el paciente sí sabía que ese tratamiento que se llevaba tenía un valor para él y para su gente.
Eso es lo que nos está pasando en general con la atención sanitaria, que nos acostumbramos a tener todo, a que ahora quiero una prueba, ahora me cambia usted el tratamiento, ahora me quiero hacer una analítica... y la gente no sabe lo que cuesta, por lo que no lo valora. No me parece mala idea lo de la factura sombra, no es la única, desde luego, pero no está mal que cada uno sepa lo que consume, lo que la sociedad paga para que esté sano y a lo mejor nos vamos concienciando, pero me temo que no será suficiente.

viernes, 10 de septiembre de 2010

A vueltas con los bifosfonatos...

Tengo que reconocer que este grupo de fármacos no han sido nunca santo de mi devoción, ya hace tiempo cuando apareció Ibandronato los estudios que lo avalaban eran poco claros, la publicidad ponía en letra grande la reducción de fracturas y luego más pequeñito que no estaba demostrado que sirviera en fractura de cadera (que es justamente lo que no te decían nunca cuando te lo presentaban). Después ha habido más estudios, un aumento desorbitado de su consumo, una publicidad bastante agresiva, nuevos principios activos...
El caso es que hoy leyendo el Correo Farmacéutico he visto una pequeña reseña, muy pequeñita, pero que me ha hecho pensar: "Otra muesca más en su fusil", y es que parece que cada poco tiempo asoma un problema nuevo con estos medicamentos, que por otro lado no han demostrado ser la panacea y en muy pocos ensayos hablan de fracturas de cadera, aunque eso sí, de aumento de la densidad ósea todo lo que queramos (se le rompió la cadera, pero el hueso estaba estupendo). En este caso nos habla de un aumento del cáncer de esófago asociado al consumo de bifosfonatos orales en personas con diez o más recetas o que tomaban los fármacos hace más de diez años, haciendo referencia a un artículo publicado en el British Medical Journal.
Pero esto parece sólo una alerta más, ya que si buscamos la revisión que hacen en Cadime sobre la seguridad de los bifosfonatos podemos leer: "Entre los efectos adversos más importantes cabe destacar: osteonecrosis de los maxilares; fracturas atípicas; dolor músculo-esquelético; y, fibrilación auricular. Adicionalmente, los bifosfonatos también pueden inducir trastornos inflamatorios oculares: conjuntivitis, episcleritis y uveitis. Este hecho pone de manifiesto que algunos efectos secundarios sólo son identificados tras años de uso crónico en una amplia población."
Aunque yo recomiendo encarecidamente la lectura de la completa revisión que hacen en el BIT de Navarra sobre su seguridad con el estimulante título "Problemas óseos asociados al uso de bisfosfonatos: ¿evitan o producen fracturas?" o incluso esta otra también de Navarra en la que revisa los "beneficiosos" resultados de dos metaanálisis de Ibandronato.


En fin, no sé si todo esto da una cierta sensación rara, pero lo cierto es que sería estupendo tener un fármaco que redujese de forma clara, real y medible las fracturas de cadera y si además no da problemas, pues estupendo.

sábado, 4 de septiembre de 2010

El ejército de Pancho Villa

Un amigo mío (bastante jefe) siempre dice cuando algo no está bien organizado o coordinado que se parece al ejército de Pancho Villa. Un montón de campesinos convertidos en soldados, sin uniformes, sin formación militar y sin una organización al desfilar, con una idea clara de cuál es el fin que persiguen y con muchas ideas particulares de cómo conseguirlo. De todos modos no lo harían tan mal cuando Pancho Villa y su ejército llevaron a cabo una labor fue imprescindible para terminar con el régimen de Huertas en Méjico.
El caso es que a veces en el trabajo diario tienes esa sensación, que todo el mundo trabaja para que el sistema funcione mejor, para que los profesionales tengan mejores herramientas, que la información sea más completa... pero haciendo la guerra por su cuenta.
El último ejemplo, una guía de práctica clínica, que ha supuesto un trabajo importante y que está bien hecha y bien preparada, pero no se contrasta con otros departamentos interesados y afectados; de tal forma que unos proponen un indicador determinado y otros proponen otro, uno dice que hay que utilizar el medicamento A porque puede ser bueno y otros dicen que el medicamento A no tiene evidencia y no es de elección... y el que tiene en sus manos por un lado la guía y por otro lado el informe sobre indicadores de calidad de prescripción no sabe a cuál encomendarse (probablemente a ninguno de los dos).
Estas cosas nos han pasado antes y me temo que volverán a pasar, aunque cuando uno ve el ambiente de trabajo, la colaboración real y activa que hay cada día, las buenas relaciones y buen trabajo en equipo que suele haber se queda alucinado de que pase eso, de verdad... pero al final desfilaremos en orden, organizados y todos al mismo paso, estoy seguro. 

lunes, 30 de agosto de 2010

Niños hiperactivos

Lo de hoy es porque escuchaba el fin de semana un postcast de la Rosa de los Vientos de Onda Cero (programa muy recomendable que inició Juan Antonio Cebrián) en el que Bruno Cardeñosa hacía la siguiente introducción:
"Hace poco fui a una consulta médica para preguntar qué podía pasarle a mi hijo de 8 años, que era revoltoso, no para quieto, es imposible convencerlo para realizar sus tareas y saca malas notas.  La respuesta fue que seguramente el niño era hiperactivo, que debería acudir con él a la consulta y que probablemente habría que tratarle farmacológicamente."
Esto que cuenta en su programa lo hizo para confirmar lo que había leído sobre este trastorno, no como un caso real. Afortunadamente lo que le dijeron del niño no debe ser lo habitual, pero seguro que pasa muchas veces.
Uno ya va teniendo una edad y afortunadamente sigo en contacto con los amigos de la infancia, con los que compartí escuela en el Colegio Amando Barbosa. Unos se portaban mejor y otros se portaban peor, algunos eran más revoltosos y otros menos, unos estudiaban más y otros menos… pero entonces no existía el Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad, lo cual creo que era bueno, porque en vez de hacer que "nos portasemos bien" con pastillas lo que se llevaba era echarnos una bronca o recibir algún tortazo del profesor (en los años 70 si el profesor te daba una torta no le denunciaban, es más, podías llevarte otra en casa si tus padres se enteraban).
Desde luego entre mis compañeros y compañeras de escuela hubo de todo, pero los que dejaron los estudios no fue por ser hiperactivos, sino porque no les gustaba estudiar, tenían otras inquietudes o simplemente tenían claro que su futuro estaba en otra parte. Y ahora cuando nos vemos recordamos esos años con cariño, con sus momentos buenos y malos… Y al que era más travieso en lugar de un tratamiento farmacológico lo que hacía el maestro era sentarlo en la primera mesa, para tenerlo controlado.
Posteriormente, cuando la gente empezó a oír a hablar del “niño hiperactivo”  los padres de algunos de los niños que iban mal en el colegio tenían la explicación perfecta para ello: “es hiperactivo”. Volviendo al pasado, antes cuando uno iba mal en la escuela le decían que a lo mejor necesitaba gafas e iba al oculista por si acaso, ahora ya le mandamos al psicólogo por si es hiperactivo. No deja de ser un chollo, porque ahora cuando un niño no para quieto, enreda con todo, no hace caso a los mayores… es “hiperactivo” y hay que tratarle, antes simplemente era un niño muy travieso.
No digo que no exista este trastorno, hay especialistas que lo defienden y otros que lo consideran una enfermedad inventada, hay opiniones para todos los gustos y gente con posturas muy enconadas (especialmente entre los que lo consideran una enfermedad). De todas formas no deja de ser curioso que si en internet ponemos www.trastornohiperactvidad.com nos lleva a una página patrocinada por... el laboratorio Janssen Cilac. Lo siento, pero no creo que esta página pueda ser muy objetiva. Aunque doctores tiene la Iglesia.
Por cierto, los Simpsons tratan este tema con la gracia e ironía tan peculiar de esta serie en la temporada 11, capítulo 22. Seguro que muchos lo habéis visto, cuando Bart es tratado con “focusín”.

martes, 24 de agosto de 2010

Productos milagro

Los “productos milagro” son herederos de los famosos timos de la estampita o tocomocho. Se aprovechan
de la ansiedad de las personas con algún problema físico (obesidad, alopecia…) para atacar su ego con nocturnidad (más bien “matinalidad” que es cuando más se ven sus anuncios) y alevosía. No es extraño ver en televisión cuerpos perfectos diciéndote que antes eran gordos y que sólo con un par de pastillitas o 5 minutos de “gimnasia diaria” en su super-magnífico-espectacular adelgaceitor 3000 conseguirás un cuerpo igual que el suyo. Sale la foto del antes y el después, con una persona obesa, triste, con cara de pena… y al lado esa misma persona después de haberse tomado las pastillitas y usado 5 minutos unas semanas el superadelgaceitor. La segunda fotografía ya nos muestra a alguien sonriente, feliz y orgulloso de su cuerpo. Antes incluso nos lo ponían metido en sus antiguos pantalones para que viésemos el cambio, pero ahora prefieren la foto en biquini o bañador para que podamos comprobar que a pesar de haber perdido 30 ó 40 kilos en un mes sigue teniendo carnes prietas y piel tersa. Este engaño es con alevosía porque se anuncia cuando frente al televisor está la persona sola, bien por horario laboral o por horas intempestivas.
No es gratuita esta elección de horarios, pretenden pillarte solo, desprevenido y sobre todo, sin que puedas comentarlo con nadie. Ahí estás tú, frente al televisor viendo cómo gente con más sobrepeso, menos pelo… lo pierde o recupera, según sea el caso, con unas pastillas “totalmente naturales” por supuesto. “¿Y si fuese verdad...?”, y como no hay nadie para discutirlo te dejas llevar por la esperanza. Incluso te hacen una “maravillosa oferta sólo si llamas ahora” en la que te dan no uno, sino DOS botes de pastillas que te permitirán quitarte esos kilitos y recuperar la figura. Intentando dar una sorpresa a tu pareja, imaginando a amigos y amigas diciendo “hay que ver cómo estás adelgazando”, “se nota que vas al gimnasio, se te ve
más fuerte”. Y te sonríes en tu sofá mientras marcas ese número para llamar ahora y recibir dos botes de estas pastillas que “ordenan a los depósitos de grasa de estómago, nalgas y caderas que la envíen al músculo
para que se queme” (palabras textuales de la publicidad de alguna de estas pastillas). Y esperas  pacientemente unos días hasta que llegan las pastillas o el adelgaceitor 3000, o los dos. Y empiezas ese tratamiento y no notas nada, sí alguna diarrea o el estómago “raro”, pero no la prometida bajada de peso,
ni que tus músculos afloren, ni que en tu estómago se vea esa “tableta de chocolate” que tenían los del anuncio. Al principio te culpas a tí mismo, piensas que no lo has hecho bien, que deberías haber hecho dieta,
pero las pastillas no dicen nada de dieta, “puedo comer lo que quiera, que elllas se encargan de abrir los depósitos de grasa”. Y claro, no lo comentas a nadie, no gusta reconocer que te han engañado, que has comprado un bote de pastillas --el otro era de regalo--, que no sirve para nada, que el superadelgaceitor
3000 es de plástico y que lo único conseguido en 3 semanas es dolor de espalda y agujetas espantosas, no has bajado las 4 tallas prometidas, tus piernas no han perdido celulitis y no te sientes “más sano y ligero”. Y a lo mejor has tenido suerte, al menos tu salud no se ha resentido, no has tomado nada que provoque problemas serios, que interaccione con tu medicación, que altere el estómago, que produzca insomnio… En fin, que todo quedará en que te han timado 60 euros y no ha sido con el timo de la estampita, pero casi.
PD: No hay problema, porque acabo de descubrir una maravillosa pulsera con siete pares de piedras semipreciosas dotadas de 3.600 gauss de potencia que me ayuda a superar el estrés, la migraña y la depresión.
(Esto lo escribí en el periódico del SES en Marzo de 2009, pero he querido recuperarlo)

viernes, 13 de agosto de 2010

Hamburguesa y estatina

Soy muy poco original en el título, porque lo he copiado directamente de la noticia del periódico, pero es que como diría alguno, "manda huevos".
Ya no es que hablemos de la medicalización de la vida y la invención de enfermedades, es que estamos hablando de que cuando vayas a un McDonald puedas pedir la doble de queso con patatas, refresco y una estatina; pero claro, a lo mejor también tenemos que pedir el protector gástrico por si acaso, así que "por favor, ¿me puede añadir un omeprazol?" y como a lo mejor estoy mucho tiempo sentado mientras me como la hamburguesa, podríamos añadir un antiagregante para evitar problemas.
Me parece que el autor del artículo científico busca publicidad haciendo esa afirmación tan radical y transgresora. Es cierto que si leemos el artículo completo vemos que recomienda una dieta sana, que habla de buenos hábitos... pero con lo que se queda el lector del periódico es que puede seguir con sus hamburguesas siempre que se tome la pastilla.
No sé si habéis visto la película Super size me, que aparte de parecerme una salvajada lo que hace el protagonista cebándose de mala manera, nos da una visión de lo que realmente puede suponer toda esa comida basura cuando se convierte en la base de nuestra dieta. Pero conociendo lo que la gente es capaz de hacer por salir en la tele o por darse notoriedad, no me extrañaría que otro hiciese la misma película, pero tomando su estatina, a ver si así le sienta mejor la hamburguesa.
Creo que hay que ser más serio con estas cosas, se puede afirmar que el tratamiento con estatinas puede ser muy beneficioso en determinadas ocasiones, que suponen un avance importante en la sanidad y en la prevención, pero no podemos banalizar su uso como si fuesen chicles o caramelos.

miércoles, 11 de agosto de 2010

Principio activo y farmacias

Hace poco en una reunión con médicos uno de ellos me decía que si prescribía por principio activo se beneficiaba la farmacia y que no estaba dispuesto a que fuese el farmacéutico el que elija el medicamento que le da al paciente. Este argumento junto con el tan traído y llevado de "es que les cambian la caja cada vez que van" es el más utilizado por los que no están muy de acuerdo con este tipo de prescripción; que por otro lado en mi modesta opinión es la más adecuada para todos los implicados en el sistema sanitario (exceptuando quizás a la industria farmacéutica, pero ése es otro cantar).
Sinceramente, no creo que para la oficina de farmacia sea una gran ventaja la prescripción por principio activo, ya que se ve obligada a dispensar el medicamento de menor precio, con lo cual su beneficio será menor que si puede dispensar uno de mayor precio.
Es cierto que hasta ahora había bonificaciones de forma habitual, todos hemos escuchado alguna vez eso del 10+15, 3+1, que por comprar 10 envases te regalan otros 5... Esto siempre ha sido motivo de discusión entre los responsables de gestión de las Comunidades Autónomas, porque si un laboratorio puede dar una bonificación así, lo que debería hacer es bajar el precio del medicamento directamente para favorecer al que paga y dejarse en paz de dar beneficios al intermediario.
El Real Decreto Ley 4/2010 establece una bajada importante en el precio de venta de los medicamentos genéricos, hasta un 30% en algunos casos y una media de un 20% más o menos. Esta bajada de precios ha sido la que ha que cambiado al beneficiario de las bonificaciones, que en lugar de ser la farmacia es el paciente o la administración, es decir, los que pagan el medicamento. Creo que es de justicia que sea así, o al menos un poco más justo que lo que pasaba hasta ahora que el laboratorio que quería ser el "elegido" tenía que hacer la mejor oferta a la farmacia, mientras que con este cambio el laboratorio que quiera vender más tendrá que ajustar el precio de su medicamento.
Creo que al menos perderá un poco de fuerza el argumento de que prescribir por principio activo beneficia a la farmacia... pero en este tema del principio activo tiene su miga, así que seguiremos hablando del tema.
Os recomiento la entrada de Luis Carlos en su blog imaginefarma donde trata el tema de los genéricos de una forma muy interesante.

martes, 10 de agosto de 2010

Pago por servicios

Cada vez se habla más del "pago por servicios" en las farmacias, a grandes rasgos sería que la administración le pague a la farmacia una cantidad determinada por cada paciente al que haga atención farmacéutica, al que le tome la tensión o le preste un servicio determinado.
Tiene sus ventajas, porque podría servir para aliviar un poco el trabajo en el centro de salud o consultorio y por otro lado implicaría más a las farmacias en el sistema sanitario, responsabilizándose más de la atención al paciente (cierto es que algunas lo hacen maravillosamente bien desde hace mucho tiempo, pero hay muchas otras en las que la atención farmacéutica brilla por su ausencia).
Pero claro, la discusión está en si el farmacéutico tiene el "deber" de hacer atención farmacéutica a sus pacientes como parte de su trabajo o si hay que pagarle esa actividad aparte; porque teóricamente (y legalmente) es un establecimiento sanitario con unas obligaciones para sus pacientes, a la vez que unas ventajas importantes (que no te puedan hacer la competencia poniendo otra farmacia al lado o en el mismo pueblo no está nada mal).
Por otra parte lo que se me ocurre al respecto (y sólo es una idea) es que si le pagas a un farmacéutico por tomar la tensión a un paciente y hacer un seguimiento de su tratamiento, cumplimiento terapéutico, consejo sanitario... a lo mejor también habría que pagarle por cada acto de dispensación. Me explico: el trabajo de dispensar un medicamento que cuesta 5 euros es el mismo que el de dispensar uno que cuesta 200, pero el beneficio en este segundo caso es 40 veces mayor (esfuerzo mental y físico idéntico). Podríamos empezar a pensar en un modelo en el que al farmacéutico se le pague el coste de la adquisición del medicamento y una cantidad fija por cada envase dispensado.
Esto no es nada nuevo, se ha hablado hasta la saciedad y se seguirá hablando de ello, pero puede ser una alternativa al tan temido por unos y esperado por otros copago.

lunes, 9 de agosto de 2010

Primeros pasos


Empiezo hoy este blog con la convicción de que publicaré pocas entradas por falta de tiempo y por mi maravillosa costumbre de apuntarme a mil cosas y no poder abarcar todas, pero las intenciones son buenas.
Quiero que sea una visión de la prescripción y dispensación de medicamentos desde el punto de vista de la gestión, sin profundidades ni grandes ideas, asumiendo mis limitaciones y mi falta de preparación.
Por supuesto que no aspiro a llegar a las altas cotas de algunos amigos y conocidos (Pepe Bravo, Antonio Villafaina, Enrique Gavilán, Luis Lozano, Luis Carlos Fernández...) y ni siquiera me permito el lujo de soñar con tener el nivelazo de Vicente Baos y Rafa Bravo, que son una referencia para mí. Simplemente aspiro a comentar el día a día desde esta parte de la barrera, que aunque no lo parezca es la que se lleva casi todas las críticas (muchas veces son críticas merecidas y otras son críticas de desahogo), pero me parece que mi trabajo como subdirector de gestión farmacéutica me puede permitir escribir alguna vez reflexiones interesantes y otras veces dejar caer opiniones personales sobre temas que nos afectan.
En fin, que como esto lo leerá poca (muy poca) gente, no creo que tenga demasiada trascendencia lo que escriba, así que ya veremos.