miércoles, 27 de octubre de 2010

Significaciones y demás palabrejas

Menos mal que esto lo lee poca gente, porque hay que ver lo abandonado que lo tengo y la envidia sana que me dan los que pueden escribir uno o dos post a la semana, que además son más interesantes que lo que yo escribo y están más trabajaditos.
El caso es que es no es fácil encontrar tiempo, por una parte el trabajo y por otra las mil cosas a las que uno se apunta continuamente, aunque es cierto que cuando estoy en algún curso, alguna reunión, leyendo algo... a veces se me viene una idea a la cabeza y pienso: "voy a escribir sobre esto", pero no hay manera, luego la cruda realidad me atrapa, me meto en otros jaleos y no lo hago.
Pero por si alguien lo lee, hoy quería comentar algo que el otro día salió a colación en un curso sobre Intervenciones Sanitarias y que se refería a la significación clínica. Me gustó recordarlo, es algo que todos sabemos (aunque no lo tengamos presente) y por eso es bueno que lo recordemos alguna vez.
Cuántas veces viene alguien y nos cuenta que un medicamento (nuevo en el mercado, por supuesto) consigue un aumento de esto, una disminución de lo otro, una reducción de aquello... y te aturullan con tantos buenos datos, buenas palabras, gráficos en los que todas las comparaciones son maravillosas, dípticos en los que los pacientes aparecen sonriendo y un largo etcétera de dibujos, fotos y demás adornos.
Lo malo es que se nos olvida preguntar lo obvio: "¿Esto tiene alguna significación clínica?", "¿todos estos datos, gráficos, números y demás parafernalia realmente suponen una mejoría clínica para el paciente?". Porque simplificando un poco las cosas, lo que preocupa es evitar una fractura de cadera más que aumentar un poquito la densidad mineral ósea, preocupa evitar un infarto más que bajar un poco el nivel de colesterol; en resumen, que sería de agradecer que cuando vemos esa significación estadística tan bonita y tan numérica también pudiésemos ver al lado un dato que diga si de verdad los problemas de salud del paciente disminuyen o sigue igual.
Me encantaría que cuando aparece un medicamento nuevo puedan decir algo así como: "disminuye el número de fracturas de cadera en un 10%", y que ese valor fuese absoluto (no relativo), que luego en letra pequeña no pusiera "en un grupo seleccionado de pacientes", que no fuese un dato obtenido de pacientes que no son los destinatarios reales del tratamiento... quizás sea mucho pedir, pero sería bonito eh?.
No nos vale eso de "se murió, pero eso sí, se murió estando muy sano"
 Y para terminar un libro que me ha gustado, supongo que influenciado por mi reciente viaje a Budapest, "Journey to a Revolution", de Michael Korda.

Por cierto, no puedo dejar de recomendar que leáis este post del blog de Vicente Baos, creo que es claro, concreto, explícito y no le falta razón.

martes, 12 de octubre de 2010

¿Valoramos lo que tenemos?

En este año está la cosa complicada (yo le pondría otro adjetivo, pero no queda muy elegante), creo que a mí me tocó vivir otra crisis, pero me pillaría en la época en la que mis preocupaciones eran que me pusieran en el equipo de fútbol (cosa harto difícil porque era más malo que un dolor) o salir por ahí con mis amigos.
El caso es que estamos pasando momentos duros, pero la máquina no para, la sanidad sigue adelante (con fallos, con mermas, con problemas...) pero sigue adelante. Estoy seguro de que más de alguno ha pensado muchas veces en tirar la toalla, pero ahí siguen escuchando protestas, críticas, peticiones de todo tipo y presiones que no cesan.
Y creo que es una pena que no valoramos lo que tenemos, la sanidad y los servicios que el sistema pone a nuestra disposición, que por el hecho de ser gratis no se les da importancia. Sirva un ejemplo para demostrar el poco valor que se le da a la sanidad: Hace años (bastantes) yo trabajaba en una oficina de farmacia y fue una de las veces en las que se aprobó el "medicamentazo" que quitaba la financiación a un grupo de medicamentos, con lo cual el paciente tenía que pagarlos. Pues bien, llegó un señor a la farmacia con 6 ó 7 recetas y uno de los medicamentos prescritos ya no estaba financiado. La respuesta de ese señor fue: "entonces no me lo des, que no me hace falta". Es decir, si el medicamento es gratis sí que lo necesito, pero si tengo que pagar algo por él resulta que ya no me hace falta. Y aquí no entran argumentos de que tuviese problemas económicos ni nada por el estilo, era un cuestión de que "sus medicamentos tenían que ser gratis y así se llevaba todos, aunque no los necesitara". He estado en zonas de un país en el que la gente pagaba cada comprimido que se llevaba, porque no había muchos y no se podía desperdiciar, ese pequeño pago servía para poder comprar más y dárselo al siguiente que lo necesitara en la comunidad; y os aseguro que allí el paciente sí sabía que ese tratamiento que se llevaba tenía un valor para él y para su gente.
Eso es lo que nos está pasando en general con la atención sanitaria, que nos acostumbramos a tener todo, a que ahora quiero una prueba, ahora me cambia usted el tratamiento, ahora me quiero hacer una analítica... y la gente no sabe lo que cuesta, por lo que no lo valora. No me parece mala idea lo de la factura sombra, no es la única, desde luego, pero no está mal que cada uno sepa lo que consume, lo que la sociedad paga para que esté sano y a lo mejor nos vamos concienciando, pero me temo que no será suficiente.